Me gustan las calles largas y anchas, abiertas al sol y a las llegadas de otros.
Adoro las habitaciones de techo alto, las puertas abiertas y altas de hoja doble.
Me encantan las terrazas con plantas, con acceso fácil y vistas al pueblo.
Flipo por el pueblo que tiene mar, con el pueblo pequeño con bosque.
Sueño con los horizontes sin línea donde los sueños se pierden felices.
Admiro los espacios abiertos con río, espejos de pájaros en vuelo de roce.
Me transformo ante la inmensidad del mar, la llanura de mi Delta, con arrozales.
Me extasío con los árboles del campo, aquellos traslúcidos y acogedores felices.
Acudo a la luz de la noche sin luna, busco la montaña cerca del cielo.
Voy loco matando ascensores cerrados, mentes obtusas de miras cortas y planas.
Proclamo las camas grandes, ventanas abiertas, los rayos de luz del primer amanecer.
Lloro en mis soledades sin techo ni límite, por la última sonrisa sincera y real.
Canto a la vida por sus trozos dignos, por sus destellos generosos de amor.
Soy un fan del placer que proporciona la bondad y un esforzado en generar felicidad…
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