A veces, sonrío cuando me enfado y, así, justifico, prudente, mi enojo.
A veces, los ojos saltan mientras callo y, entonces, expresan las iras más fieras.
A veces, mi aspecto cejijunto me delata y es así como veo el frágil mundo.
A veces, un suspiro lento, trabado, proclama el ansia de un despropósito.
A veces, el cuerpo no erguido de la sumisión muestra la decadencia más espectacular.
A veces, estoy triste, aunque sin llorar, y me subo a las paredes con techo.
A veces, una tos, un cansancio, una fiebre… me descargan de los pesos de la vida.
A veces, el sueño, sin sueños reales, me duermen profundo, sin vida.
A veces, la botella medio vacía, triste y sola, se vacía… sola.
A veces, la falta de complicidad, el desajuste, me retuerce entre soledades muertas.
A veces, la verdad, cruda y de frente, me arrasa y me lleva al oxígeno.
A veces, el orgullo brota y crece y me emana y envilece y enajena.
A veces, un día llueven reflexiones y, a lo mejor, las pienso o me duermo.
A veces, hablo, rezo, pido, ruego…
A veces, me escuchan, abrazan, recibo…
A veces, las más de las veces, amo.
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