Un estudio de la investigadora Stephanie Ortige concluyó que enamorarse puede llegar a provocar una sensación semejante a consumir cocaína y afecta, además, a áreas intelectuales del cerebro. El primer desencadenante es el efecto "flechazo", que es una explosión de sustancias químicas en nuestro cerebro. Cuando alguien se enamora, el cerebro puede llegar a trabajar hasta doce áreas simultáneamente para segregar sustancias que provocan bienestar o euforia, como la oxitocina, dopamina, adrenalina o vasopresina.
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