Alguien dijo que lo mejor y más bonito en la vida no puede verse ni tocarse, debe sentirse en el corazón. He oído esta frase en una serie de la televisión: Mentes criminales. Ahora, así sin querer, por mi cabeza acuden pensamientos donde el órgano rey protagoniza las más bellas acciones y también las más profundas decepciones, sobretodo con los procederes contradictorios que no llegan a las correspondencias oportunas. Actuar de corazón supone un plus de verdad, supone una adición de felicidad cuando captas que tus acciones ayudan y contagian un bienestar en los demás.
Tener buen corazón supone amarse para amar mejor y ser amado es como el sexo con amor mutuo, donde la sangra bate récords de velocidad portando placer a todos los ápices más recónditos del cuerpo. Del corazón nace aquella sinrazón de principio que acaba siendo la mejor razón… aquello que dicen que es el amor. Lo mejor, los logros más preciados, las conquistas más limpias, los suspiros más sinceros, el gozo pleno, los sabores de la felicidad… no se ven, no se tocan, se sienten en el corazón. Pobre corazón con pelos, insensible, qué lástima… Corazón que no se ama, que no ama, que no sabe dar ni recibir… Pobre corazón que odia, parado, inservible, roto… Nunca juzgo, la historia nos muestra sus estados…
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