El profesor se muestra expectante y, como el alumno con sus libros nuevos, estudia a los niños, su procedencia, cómo y de dónde vienen o viven… Ya se sabe, no puede educarse aquello que no se conoce, dicen. A mi, nunca me gustaron aquellos niños resabiados, mal llevados, que hablan como sus abuelos ante el aplauso de sus círculos cercanos… Por extensión, no me gustan los disfraces, ni los gestos, procederes, frases, etc. que hacen que lo que tiene que ser natural, progresivo y sistemático, sea impropio y un hurto a su vida infantil…
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