de los desgarros del cielo, de los nocturnos,
de las calles gastadas con charca de días…
Si te place, te cuento de otras flores,
aquellas de perfume envenenado,
que libé embelesado y caí perdido
en busca de nada y a merced fácil
del aguijón de las abejas malvadas…
Mejor no te pongo al día y aviso
de los trotes cansinos del destino…
Murió la meta y el origen, otro día,
donde no haya horizonte ni más barrera.
Tu me limpias y mi experiencia te protege…
y, en el café, no hará falta una copa,
y luego buscamos la luna llena,
un cielo de azules, una calle sin baches
y unas flores sin veneno…
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