divendres, 24 d’octubre del 2014

Aplaudo...

Lo fino, lo indolente, la caricia,
el desliz por lo tupido de mieles.
Lo lírico, siempre por los adentros,
aquel hilo de voz del trino del poeta
que, de ultratumba, arrecia los acordes.
Aquella suavidad que lima asperezas
y muestra precisos caminos de concordia.
Feliz aquel que, en ausencia de la estridencia,
capta la melodía y el acorde del suspiro
que le lleva al sueño de la coordinación.
Logro del latido suave del concierto
y el ritmo acompasado del dueto.
Acudo y aplaudo los campos de soledad,
donde hacen naturalidad
de la explosión de los fuegos…

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