Barca que, sin motor te balanceas por las afueras del puerto
buscando lo sembrado, restando tiempo al sueño, propiciando otros…
Pescador de caña que te has hecho viejo y matas el gusanillo…
quizá el mismo que pones de cebo a los peces.
Puerto de Tarragona, hoy poco concurrido…
ni la rusa potenciando sus firmes redondeces,
aquellas deslizantes y altamente atractivas,
ni la niña de los misterios ni la fea eléctrica,
ni la señora del carrito con niño y perro…
Bien, los jubilados de buen ver, las catedrales…
bien conservadas en alcoholes etílicos moderados,
somos los únicos que ocupamos los llanos de costa.
Hoy, el mar está como agua en plato y el sol casi veranea…
Feliz aquel que huye del mundanal ruido… ya se sabe.
Unas gaviotas, un olorcillo yodado, un silencio, un pez que salta…
y un pensamiento… en el complemento que me llena…
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