dijous, 30 d’octubre del 2014

Por el puerto

Barca que, sin motor te balanceas por las afueras del puerto
buscando lo sembrado, restando tiempo al sueño, propiciando otros…
Pescador de caña que te has hecho viejo y matas el gusanillo…
quizá el mismo que pones de cebo a los peces.
Puerto de Tarragona, hoy poco concurrido…
ni la rusa potenciando sus firmes redondeces,
aquellas deslizantes y altamente atractivas,
ni la niña de los misterios ni la fea eléctrica,
ni la señora del carrito con niño y perro…
Bien, los jubilados de buen ver, las catedrales…
bien conservadas en alcoholes etílicos moderados,
somos los únicos que ocupamos los llanos de costa.
Hoy, el mar está como agua en plato y el sol casi veranea…
Feliz aquel que huye del mundanal ruido… ya se sabe.
Unas gaviotas, un olorcillo yodado, un silencio, un pez que salta…
y un pensamiento… en el complemento que me llena…

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