Tras los cristales, no hay lluvia espesa,
se ven los cielos con sol abriendo el día,
te veo llegar con paso firme y decidido.
Mi contento se acelera,
no te espero en la puerta,
me disimulo y me invento un quehacer…
No suena el timbre, la llave cruje,
vuelo deshaciendo entuertos.
Te esperaba, olía, anhelaba, soñaba…
y no valen representaciones teatrales,
porque las realidades te delata.
Cuando la afinidad y el complemento
es aquel plus de luz de plenitud,
no valen los elementos
por muy traslúcidos que sean,
ni las abstracciones de la verdad…
Me basta con cerrar los ojos y… te veo llegar.
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