Allá, donde el resplandor proclama el vicio,
por donde lo propicio es recelo alérgico
y las ausencias de lo necio revierten,
los claros de luna y los principios
de aquello más honesto y neto.
Allá, por donde no pasé y llegó el eco
del exterminio de la vanidad superflua…
Allá, por donde los sortilegios
de la hechicería más sofisticada pontifican.
Allá, por los sitios donde pasé de puntillas
y dejé enseña y estropicio.
Allá, donde los tiempos fluctúan,
entre los desprecios inocuos y las babas.
Allá, donde los vacíos huelen a rancio…
Evidentemente, no me busques, no estoy,
quizá sólo huelas una esencia de los lamentos…
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