Me paseé, como dijo el poeta inspirado,
por el ronco gemido de las olas amigas.
Despacio, tranquilo, ligero, ufano…
me llegó una sal y una brisa de otoño,
y un aroma yodado y una paz,
y un recuerdo en delicado soplo,
y una voz que me acaricia el tímpano,
de aquel verano glorioso donde explotaron
las sinfonías de los bellos acordes.
Otra voz retumba desde la roca,
y en transporte de lágrima y suspiro,
me lleva a la nostalgia y al vacío.
Hoy me recreo entre los azules suaves.
En el mar se libraron las mejores batallas
y en la playa aún resuenan los tambores…
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