Por los grises oscuros de un cielo sin sol,
me vi errando por los vicios sin norte…
Te busqué por un mar de agujeros sin fondo,
allá por donde se penetra y se llega al infierno.
Tampoco estabas en los cercas cercados,
ni en los apartes de los aportes de malicia.
Te busqué por el alma del goloso penitente
y por los escrúpulos ausentes de cobardía.
Te busqué por la cresta del gallo y de la espuma,
por el ascensor averiado entre dos pisos
y por el bosque azotado de inviernos…
Sencillamente, no estabas en las afueras de nada,
sólo en mis adentros de siempre.
Reparé en ti… ¡estabas en mi!
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