Si la sala reserva del codiciado bar,
que acoge los idilios, hablara…
contaría que, una vez,
un roce de rodillas provocó un incendio,
de aquellos de rojo de pomelo en cara,
de muñeca de porcelana fina e ilustrada.
Mi mano cabalga la tuya
que en un suspiro se revuelve
y alcanza todo el contenido del afecto pleno.
Es un tiempo mágico, que lo pronuncia de eterno,
es todo un sí, donde las dudas se pronuncian
y se esparcen ante la feliz evidencia.
En la penumbra siempre ocurren desenlaces,
que la luz proclamará a logro gestado…
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