Me senté en un banco, cansado de pies,
de gemelos… y de cabeza.
Uno se desaira por los espesos y se ofusca.
Uno se ejercita, también de azotea,
y al final se yace y se abandona.
El mío es un asiento estratégico, sin arte,
donde uno piensa en lo de siempre…
enamorarse, perder diez quilos,
irse de crucero, ir de mariscada…
Me levanto como liberado, con otras cargas…
lo llaman proyectos… antes del traspaso…
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