El sendero es diminuto y tupido de hojas,
las perlas de rocío se deslizan suaves…
Vamos cogidos de la mano, de un dedo, de un roce,
de un amago de contacto eterno.
Al día le cuesta despertar, el suelo es plateado
y, en la cara, un conato de frío al rubor.
Se oye algún trino con hambre y algunos picos,
de bordes blanquecinos, se presencian…
en propiedad… sin timidez.
Huele a temprano y a humedad verde
y, aunque cuente que contigo no existe el espacio,
éste es el marco de una foto con verdad.
Un romero y una lavanda se apartan de los pinos,
el sendero se ensancha, el corazón también.
Vamos cogidos de la mano, de un dedo, de un roce…
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