dilluns, 20 d’octubre del 2014

De bares y gestiones

Me encanta el ambiente de los bares.. quizá porque mi tío Benjamín tuvo uno, que continuó después mi padrino "Rafelet de la Madrina" y, en ambos, mi padre les sacó el mejor rendimiento, por el tracto exquisito que daba a la gente y por la calidad de los cafés que con tanto mimo hacía.

Hoy me voy de servicios burocráticos de la república independiente de mi casa. Después de completarlos, he ido a almorzar, a un "almorzador" clásico, Bar Restaurante Piñol, donde lo tierno, crujiente y recién hecho, forma en barra un atractivo que un jubilado de buen comer, como yo, no puede por menos que hacerle los más placenteros honores. Pero, además, se observa un compendio de lúcidos expertos en todo, jubilados de peso… incluso intelectual, gente con trabajo, con traje y corbata, o con bata blanca de doctor o enfermera, alguno con gorra de capataz o chándal de empresa solvente…

Uno tiene buen oído y, sin querer queriendo, le llegan las observaciones de lo superfluo… nadie habla en profundidad, nadie se pone trágico ni pulula por las miserias de la actualidad. Están de patio, y hablan de fútbol y de caza, de setas o alguna comicidad intrascendente. Están en su bar… ¿prolongación de hogar? ¿Hogar? En todo caso, un remanso de paz…

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