La tormenta es de color gris, azul y verde,
los campos se han perdido, las flores han muerto.
Habrá que replantar, aunque ya pasó el tiempo…
La vida es un levantarse con heridas,
sin habértelas lamido más de lo necesario.
Parece que, en los extremos, hacemos piña,
suele ser lo justo, lo que toca,
pero a veces la cosa igual no funciona…
El recuerdo del buen tiempo y del hábito,
aquel que creímos con contrato eterno,
se ancló y nos desvirtúa la evolución.
Quizá la tormenta, en lugar de temple,
nos devuelve a la realidad del vuelo,
y ahora, pese a los afectos,
revivimos… sin remedio.
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