Mi santa tiene refrigerio de canapé y castañas, y uno, blanco y libre y mayor de edad, después del tute de bici, con Arrabassada incluida y ducha altamente reparadora, está en condiciones de elegir una comida de soltero en solitario por alguno de estos santos lugares, con el mar cerca y sus viandas frescas y a punto. No suele pasar, rara vez, pero es una sensación de un estado de desubicación, que me recuerda mi longevo estado de soltería donde, alguna vez, también disfruté de perderme de incógnito por lo desconocido. Hoy no, seguramente iré a La Xarxa a comer pulpitos y unos pescaditos frescos. Uno, sin señora, se pierde por la inmensidad de los vacíos… y se encuentra… incompleto, un suponer…
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada