Ella era de altos vuelos y alta cuna.
Andaba siempre por las sombras,
vestida de ocasión y protección.
Ella era la niña, porcelana fina,
que respira al son de otros latidos.
Ella, por no ser, no era suya.
Pero un día miró por su ventana,
se posó un pajarillo risueño
y, en su alegría libre,
casi se le cae una ramita,
mueble de su casa en construcción.
La niña pensó en la libertad y en el amor,
y descubrió lo decente y lo informal,
y bajó a la era con el sol...
y se retozó con la vida y el amor...
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