Parece que las humedades frías de otoño no inhiben a los niños en horas de patio. En la mesa de ping pong, al aire libre, se exhibe un campeón que gana siempre, y ya se sabe… quien pierde sale. Los futboleros andan vociferantes hoy, parece que no saben ganar y, como salidos, se mofan sin respeto… los perdedores callan, se la guardan. En un rincón con resguardo de árbol, unas niñas juegan al parchís a cuatro… una resabiada se queja de la lentitud con la que cuentan sus oponentes más pequeñas. Y, como siempre, me encanta la vida del patio, donde siempre se observan cosas interesantes de los niños, y los maestros aprendemos de su espontaneidad.
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