Hoy me hablé en profundo sentimiento,
y no lo hice desde la calle estrecha,
donde se divisa el barranco de los libres.
Hoy me susurré entre asfaltos y barros,
consentido por los bramidos de mi amigo azul,
entre los vuelos de gaviotas y hojas.
Hoy me paré para decirme suave,
entre los sembrados de afinidad,
a coro de voces amigas con música.
Hoy, por fin, me escuché diáfano
un discurso plácido y nítido…
Contaba fácil el éxito del amor del corazón,
y el intelecto, con problemas,
buscaba desesperado una proporción
entre lo que nos gusta y lo que nos conviene…
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