Juventud y madurez entre la gente del tren,
estudiantes sin coche, jubilados sin carnet…
Siempre me distrae la estación,
la llegada o la partida de un tren…
porque el beso es de aceptación o de despedida
y hay lágrima viva y corazón en vilo.
Un día en que uno en vez de buscar encuentra,
te vi entre el bullicio de un vagón,
como escondida detrás de un libro,
llena de ojos y ternura fresca, casi infantil,
pero mostrando una sensatez impropia
ante la trivialidad que flotaba en el ambiente…
Será por eso que me encantan los trenes,
donde desde un vagón se principiaron
mis mejores lluvias de delicias…
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