Si quieres, me entrego a tus antojos,
después de desayunarme en nadas
mis vanas suficiencias de antaño..
Si gustas, pongo mi orgullo en plato frío,
y me acelero por la vehemencia de tus deseos,
y quedo a la orden del suspiro espontáneo…
Si te apetece, regreso de la isla virgen,
donde con nostalgia amé tu recuerdo
y aprendí del silencio de la arena…
Si me dejas, puedo volar como peces,
nadar como aves, trepar los infinitos,
para acudir rendido a los dulces de tu voz…
Tú mandas, donde mandé yo y nos estrellamos,
tú eres barca y puerto, sendero y nido… luz.
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