Te están chorreando los delirios…
diría una envidia insana
a la que ya le volaron los propósitos,
y los merecimientos, si los tuvo, mezquinos…
Cuántas veces el logro y la inspiración ajena
suena a hurto de nuestra integridad,
cuando no es más que la proclamación
de tus más preciadas conquistas fallidas.
Por qué, si amamos lo difícil
por lo que cuesta y vale,
no asumimos el éxito ajeno
y, a través del fracaso propio,
forzamos un impulso hacia los delirios,
allá por donde se cuece el éxito,
siempre del brazo del esfuerzo y la constancia.
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