Estoy en el Delta del Ebro. Llueve… un ligero viento mueve las cortinas exteriores. Las nubes, que anoche descargaron con gusto y cantidad, tienen ahora un color de oscuros blanquecinos, como espumas de algodón espolvoreadas de café. Invita a no salir, a charla de familia, a los refranes que dicen las viejas tras el fuego. Es el día apropiado para el arroz con col y judías, enriquecido con careta o rabo, morro o pata de cerdo… Es el día en que uno escribe Delta, con madre y con padre y abuelos y familia toda. Día de fotos y espacios, recuerdos y vivencias, nostalgias, amores que se alojaron en mi alma y que vivirán conmigo, incluso después de la vida…
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