La aurora tiñe el césped de helado rocío
y, desde el sueño, diviso un amanecer blanco.
Mi amor me vela el descanso placentero
pero, impaciente, quiere agraciarme...
en suspiros de calor.
Está nevando, señala a la ventana sin cortina.
Belleza, contempla la blanca inspiración
que se chapotea entre los delicados copos.
Diciembre congelado de pueblo con pesebre,
sin caminos ni pastores, árboles confusos.
Niebla blanca con alguna luz
que, cual luciérnaga oportuna,
abre la mañana al encanto del despertar…
Mi amor, está nevando, y nosotros… ardemos.
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