El Delta se enriquece de fauna…
Del arrozal vi levantar un vuelo de ibis,
y hasta paramos el coche en seco
para ver el negro espectáculo novedoso.
Por Sant Jaume, en la otra orilla del río,
vi un buen grupo de cigüeñas,
y pensé factible un nido en un chopo,
con su ingeniería habitual y su ternura,
mostrando polluelo entre trenzados de ramas.
Los flamencos ya tienen residencia fija
y por las tardes de otoño se muestran
en su paseo habitual por el pueblo.
Delta, tierra de ensueños y magias,
hogar de la paz de los alados,
belleza plana en su alternancia de colores…
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