¡Madre mía!... ¿Y qué debe haber debajo?
Y es que la muchacha no sabe qué ponerse…
Los ojos con raya, supercejas negras,
pómulos redondeados y amanzanados,
de un verde rojizo de alto atractivo,
sonrisa estudiada a lo mueca sofisticada,
cabeza ladeada, labios reventones, más rojo.
Va vestida de superpuestos y puntillas,
a juego con los cabellos y rastras,
anillos para cada dedo, pendientes…
en todo el borde de las orejas pronunciadas.
Me pregunto, muchacha, tierna criatura,
por qué no te miraste desnuda, preciosa,
en las aguas transparentes de un río nervioso
y, cual Narcisa, te dejaste inmácula… desnuda.
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