Soy como un juez en libertad,
un maestro sin horarios impuestos
que pasea sin tiempo ni norte marcado...
Ya no deshago entuertos, ni desnudo nada,
no soy solución de las reyertas,
de patio y clase, entre los niños...
Pues no, ya no soy referencia,
el justiciero, generalmente justo,
cuando no vencido, por lo humilde,
lo natural, lo racional y humano...
Ya no me suena el timbre de las nueve,
ni el fatídico despertador de las ocho,
ahora solo me suenan los impulsos,
de puerto o playa, de río o bosque...
Soy un jubilado con nostalgias felices,
y presentes hermosos, no preciso más.
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