Siempre que me preguntas
porqué lloran las flores,
te cuento que no son lágrimas
sino rocíos perfumados...
Si me interrogas con los ojos,
te respondo en silencios de luz,
y en aclarados de delicia...
Si me pides que te cuente,
de tus porqué selectivos,
te abro la puerta de mi alma,
explicaciones a la carta, sinceras...
Cuando te pellizcas firme,
en tu nido de exaltación feliz,
yo pongo paja al nido, limpia,
y se proclama una armonía sinfónica.
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