Como en la canción, me guardo un suspiro,
por no delatarme en sentimentalismos...
Mis lágrimas siempre a punto,
se contienen retenidas allá por las retinas,
pero mi corazón aplaude el final feliz...
En el mundo de las películas sentimentales,
donde siempre se cuelan los malos peores,
yo dirijo el tráfico y alejo malvados,
y hago coincidir a la gente de buen fario,
y, al final, boda o reconciliación, bautizo,
o justicia amorosa, paz y gloria y bien...
y como en las "pelis" de niños, aplaudo,
e incluso ahogo el lagrimal del buen estar...
¿Seré un sentimental? ¡Seguro!
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