Tierra de habaneras y ron quemado,
pescadores altivos, cual olivareros de Jaén,
que van siendo menos numerosos
por problemas de impuestos y carburante
y por la invasión del turismo indiscriminado
que, para bien o para mal, todo lo arrasa...
Aparte de eso, aún alguna barquita típica,
de la luz o del arrastre de siempre,
y alguna taberna de puerto,
que conserva vinos y ron y buen café,
también una cierta comicidad...
En una de ellas ponía “Refugio de gatos”,
y efectivamente, una clientela...
de lobos de mar a juego daban fe
de un resto de poesía bucólica...
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