Diría que te escapaste rauda
de los misterios de la noche,
y alucinaste en mis sueños reserva...
Allí, detrás de una guitarra,
toda recogida en rubios de rubor,
cola de caballo altísima,
de péndulo en cadencia acelerada...
Unos pechos en vertical, desafiantes,
sin importar mucho o nada,
los desaguisados suspirando...
Una joven belleza salida del cuadro,
de los oscuros vociferantes nocturnos,
para verla prieta y musicada,
gentil, dorada, resplandeciente...
como un amanecer sin noche,
como una liberación del estropicio…
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