Con todo a mano y a tu gusto,
y la recámara llena de contemplaciones...
Tarragona huele a sentido e historia,
la mía (nuestra) y la romana, todo un placer...
árboles bellamente floridos, unos,
y otros, como los avellanos,
surtidores elegantes,
verdean sus hojas preciosas...
El barrio está vacío, los bares cerrados,
la gente ha ido a comerse la mona,
como manda nuestra tradición...
Después de un poco de siesta, reparadora,
observo mi espacio dorado...
paredes repletas de fotos de ausentes amados,
mi tele, mi Fine 0’5, mi bloc del día a día,
mi música, mis libros, mi sofá...
y... Teresa, claro, ella es el oxígeno.
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