A las cinco partido de fútbol,
en la era de siempre, a las cinco,
yo mando, la pelota es mía,
así que me la pasas siempre,
o mañana no juegas, ¿sabes?
Y después nos vamos de nidos,
con mis amigos mayores,
y yo de pequeño y ágil,
me subo a los tejados,
soy imprescindible, único.
Después, haciendo deberes,
el niño resuelve el problema,
y le aplauden, y se lo cree,
o más bien, se lo hacen creer.
Un poco chuleta la criatura,
pero dicen que era, algo así,
como un microbio resabiado,
que necesitó de mucho padre y madre,
y de buenos maestros y amigos,
para ser una buena persona.
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