Nunca un suspiro nació del frío,
ni una nostalgia del olvido...
Nunca un cielo se cubrió de gloria,
ni llovió sobre mojado, creías...
Nunca una liebre sonrió al asfalto,
ni una sonrisa superó un desprecio...
Nunca bailé al son de un desconcierto,
ni con la más fea, ni con la otra...
Nunca en los nocturnos eternos,
imaginé otra cosa que un amanecer...
Nunca cabalgué por los desiertos,
aunque sí por los misterios inciertos...
Nunca vi llover malicias solitarias,
sólo mezcladas con rosas con espinas...
Nunca digas, nunca jamás, porque...
siempre puede haber un siempre... posible.
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