No me gusta que me mandes en el baile,
quizá tú sólo bailas y yo te acerco,
a ver si es cierto que te tengo en abrazo...
Pero, todo llega, un día, en la noche,
en la sala de oscuros con música,
te vi leída y en interrogante, a ver qué pasa,
y cómo lo hace, y yo arrojado y deseoso,
ejerciendo posesión, intensidad, firmeza,
y en el disimulo te bailé unos pasos,
y en los verdaderos te apreté con fuerza,
como certificando mi certeza noble,
que mi amor halló respuesta y deseo,
y en plena pista, dejamos el baile, y…
después empezaron a sonar las campanas,
aquellas de gloria en el corazón…
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