Lo nuestro no fue un relámpago,
como un cruce de miradas flecha
en el bullicio de una sala de fiestas.
Mejor diría que fue una parsimonia,
una contemplación pacífica y a placer.
Era un mundo donde también se chispeaba
y los encantos de las serpientes pululaban
en la exposición de las vanidades…
A nosotros se nos cruzaron los silencios,
y una comprensión implícita, mágica,
dio una continuidad indefinida.
Muchas veces pienso que hay que estar...
en el espacio justo, en el silencio justo,
y después, explicaciones varias, un por qué,
una razón, un contenido… nada, sólo amor.
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