Fuera pone, simplemente, Taberna,
en un pueblo de mar, apartada...
de los “otros” ruidos de la vida cotidiana.
Es como un repliegue en una confluencia,
su puerta, una especie de agujero
con cortina de red de pescador…
Si entras, abundan los rincones oscuros,
y huele a cerrado y a olivas con ajo,
también a vino rancio de los vasos sucios.
Una bombilla lateral refleja en una mesa
y muestra grasa y polvo, suciedad…
Los habituales no se dan cuenta de nada,
son pensadores brillantes detrás de una copa,
dos lo hacen detrás de un vino tinto…
Llegan más amigos, barbudos, sedientos,
hablan, ríen sin estridencias, sin proclamas,
es como su nido informal, libre…
De la cocina sale olor a sardinas,
posiblemente frescas, no sé si limpias…
En una mesa del fondo, con un hilo de luz,
uno, con copa de algo anisado,
va escribiendo en un pentagrama,
y hace un conato de arrancarse un tarareo…
El ambiente es bohemio, como un hábitat,
como un cementerio de lobos de mar,
o un centro de rehabilitación de fracasos,
o un remanso de paz de los destinos...
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