Desatendí la invitación del despertador,
lo callé con la mano, hasta diestra…
y mis párpados que iniciaron la abertura
cabalgaron en retroceso hacia el sueño,
aquel impagable que dejaron a medias
en el nudo con alicientes pero aún lejos
del esperado y espléndido desenlace…
Una vez más, no acudí a las promesas
de camino con senderos y bici deportiva,
pero amanecí, más bien a las once,
con mi mejor sonrisa natural…
Me levanté como lleno de noche,
con el placer vivido del abrazo en sueño…
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