Pasó de la letanía de improperios destemplados,
como zorra de uvas fuera de su alcance,
a la sumisión de una transformación definitiva.
Sí, sí… aquello del donde dije, digo…
y es que nunca se puede decir seguro
que de esta agua no beberás jamás.
A veces, basta una proximidad,
una explicación no verbal,
una mirada furtiva, inesperada,
una interpretación, una explicación,
un sendero donde algún suspiro,
conservado en alcohol, se encuentra…
con otro que se cerró incondicional…
Nunca digas nunca jamás, nunca…
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