Puedo ser un sencillo trovador locuaz,
que desempolvó el arpa dormida
y cantó a la natural belleza de las ninfas…
O, en su defecto, al poeta bucólico
que se extasió en la contemplación
del nacimiento de las dalias blancas…
Y puedo ser el tenor en el concierto,
que calla al agudo violín más descarado
para internarse impactante en los palcos…
Y, como no, ser el cantador de encantos,
versificador de sueños, transmisor de versos,
hacedor mágico de fantasías…
para llevar a las decadencias en trance
por el mundo de los sueños posibles…
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