Ahora, jubilado ya y con las alforjas llenas de un poco de casi todo (tampoco tan mal), me sorprende reparar en cuántas cosas pasé de largo, sin ver, sin considerar… Reconocer lo que me dijo, o quiso decirme, un amigo, un pseudo-amor posible, o alguien de otro bando, idea o sentimiento. Con frecuencia, recuerdo aquella frase que dice que “las cosas no nos interesan por ser interesantes, sino que son interesantes porque nos interesan”, lo cual no es óbice para considerar la de veces que vamos a piñón fijo… y los árboles no nos dejan ver el bosque.
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