Cansada de tanto azul… celeste,
le pinté un cielo de colores,
le acomodé los fríos ambientales
y le revestí los corajes subsistencia…
Yo le apartaba la silla, le servía el vaso,
la miraba a los ojos, sonreía…
Ella, poco a poco, se instaló,
allá por la ternura y el halago,
allá por el respeto y la dulzura…
Lo cierto es que, más que una verdad,
parecía un protocolo, una inercia,
donde el método superaba a la esencia,
y los aciertos se escondían en las formas,
pero... la verdad nunca es muda…
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