El viento, cuando es huracanado,
parece llevarse los destinos por el polvo
en lugar de pasearlos por la brisa
que besa los aromas del romero.
Su ausencia me lleva a la paz
de un mar sublime y sin espuma,
y sueño en la sombra de la masía,
y en el agua fresca y el sol radiante.
Un caballo al trote, un carro…
con ruedas de goma y buena yegua,
un río tranquilo, gente que canta...
me encanta la paz de la aldea sin viento.
Mares de trigo, arrozales amarillos,
la imaginación nos acerca a la belleza,
y la belleza es la ausencia...
de los malos vientos.
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