Un olé por los amores tiernos,
espontáneos, inmaduros,
de impulso directo y sano,
suspiros de latidos auténticos,
Almas que vaciaron sus desiertos
de los últimos restos de hipocresía,
y que ahora van de frente y de verdad.
Un olé de lujo a la timidez vencida,
a lo directo al dictado íntimo y sincero.
Y no hay árbitro ni juez,
ni ninguna razón social,
que venza la atracción de vida…
Un olé por el amor sin razón,
que es, sin embargo, la mejor razón…
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