Recuerdo que el año pasado, en la otra parte del río Ebro (Sant Jaume d’Enveja) se encontraron puñados de caracoles manzana, colocados de forma estratégica para facilitar su reproducción y extensión por el Delta. Se ve que algún mal nacido, posiblemente de una buena madre, comprado por la corrupción del dinero fácil, ha conseguido que la invasión de esta plaga criminal haya sido un éxito sin precedentes. Desesperados, los payeses, empezaron la pasada cosecha inundando los arrozales de agua salada y parece que, en un principio, fue un tratamiento efectivo, pero después perjudicó tremendamente la producción de arroz, ya que muchas espigas no acabaron bien debido al exceso de sal.
Este año no habrá agua de mar. Las tierras están ahora descansando y tomando el sol, el frío invernal. Los trabajadores del campo están en guardia, siempre alerta con el tiempo, las plagas y las malas hierbas. Payeses, siempre curvados, y, al mismo tiempo, mirando el cielo, hombres de campo que trabajan de sol a sol y, en el Delta del Ebro, en el agua, hombres francos, que van de cara, y de ojos limpios… y, lo peor de todo, la corrupción les siembra los arrozales de caracoles manzana…
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