Me fui a la playa con el viento frío
y con nadie oteando por los cercas.
Soledad al compás de unas olas alegres,
no hay ni un llorar de ausencias,
ni un suspiro que pasee nostalgia.
Me gustan los fríos que limpian y provocan...
desiertos por los que andar perdido,
y encontrarte contigo mismo y abrazarte.
¿Dónde vas, barquita, entre los vientos
cuando se impone un amarre prudente?
No, no, la prudencia y yo nos divorciamos
también del cálculo y de la mesura…
Ahora, sólo vivo a saltos vivos,
impulsos del corazón, de corazón...
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