No sé si la vida es como un río,
con muchos puertos y finalidad de mar.
Mejor me suena que transcurre audaz,
como por una escalera indefinida,
que, hacia arriba, se llena de azules
y, hacia abajo, de rojizos barros de infierno.
Tiene rellanos para los respiros,
para los alientos y los suspiros,
para los empujones y las depresiones…
Últimamente han puesto ascensores,
que son vaselina para los destinos,
porque, cuando abres la puerta,
estás en un escalón de la escalera,
bajando o subiendo… he aquí el dilema…
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