Los arrozales están secos, color tierra, con un tinte blanquecino que brilla al sol… Alguna garcilla blanca pescando entre las menguadas aguas del desagüe, también tres o cuatro cormoranes, majestuosos, con sus patas palmípedas y su picos acucharados, como ánades.
Hemos comido con mi hijo en el Restaurante Nicanor, evidentemente. Hoy, un menú degustación de la casa… pues eso, marca de la casa, maravilla… Después hemos visto ganar al Barça 5 a 0... tres de Messi (pudieron ser más), uno de Neymar y otro de Suárez. El de Luís ha sido una auténtica pasada, de aquellos que se instalan en la retina y, cuando por las noches te acercas por el mundo de los sueños, te arrancan una sonrisa. Sí señor, belleza total…
Siguiendo con mi espiritualidad habitual, mañana tenemos un par de fochas, ya peladas y a punto, que Teresa hará en arroz, que es una de las delicias más espectaculares que tenemos en el Delta. Por supuesto, hemos ido a ver el río, hoy tranquilo… sólo una barquita a motor y unas palomas paseando felices…
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